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EL HOMBRE DE GALERA
Su momia nos permite conocer cómo
vivíamos hace 3.500 años.
Trabajaban la madera
como el mejor de los carpinteros
Tras instalar en el recinto los sistemas de
refrigeración y los equipos de medición de los parámetros
ambientales, comenzó la tarea de excavación. Al retirar el muro de
mampostería, los arqueólogos se toparon con tres tablones de
madera perfectamente escuadrados recubiertos por una capa de
barro. “Los tableros eran de pino salgareño y para su montaje
usaron ingletes y otras piezas de encina y taray. Eran magníficos
carpinteros”, comenta la profesora Rodríguez.
No cabe duda de que el esmero con el que se tapió la sepultura
permitió que el cadáver quedase encerrado en una especie de
recipiente hermético, lo que impidió la filtración de tierra.
“Esto, unido a la gran sequedad ambiental, favoreció la
confluencia de unas condiciones excepcionales de conservación de
la materia orgánica”, afirma el profesor Molina. Los restos
parcialmente momificados del adulto y el pequeño ofrecen a los
científicos la excepcional oportunidad de conocer cómo vivíamos
hace 3.500 años.
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Las ofrendas.
Probablemente un seísmo hizo que
se derrumbase parte del techo de la covacha. Aun así,
las ofrendas funerarias se han conservado en un estado
aceptable. El ajuar estaba compuesto por cuatro vasijas
cerámicas, brazaletes de cobre, anillos de plata, un
puñal con restos de cuero de la vaina y un hacha de
cobre con mango de encina, que tal vez se usó como
azuela. También se han rescatado los dos brazaletes de
bronce y tres cuentas del collar que llevaba puesto el
pequeño.
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Restauración virtual a partir de
los originales de las cuatro vasijas y del puñal. La
aparición de una copa baja indica el elevado estatus
social de la momia.
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El niño fue trasladado
al nuevo sepulcro
“En una primera aproximación, las dimensiones
de la tumba nos indicaba que ésta no fue construida para el niño”,
dice este arqueólogo. “Así es, su cadáver se desenterró de su
sepultura original para ser colocado junto al del adulto. La
disposición de sus huesos me hace pensar que el pequeño, que ya
estaba parcialmente momificado, fue transportado envuelto en una
bolsa o fardo de tela. Éste podría estar confeccionado con lino,
pues hemos encontrado restos de este tejido pegados al cráneo del
infante”, explica el profesor Miguel Botella, director del
Departamento de Antropología Física de la Universidad de Granada.
“La reubicación del niño podría obeceder a motivos familiares,
esto es, que resultara ser el hijo del difunto; o porque la tumba
del pequeño tuviera que ser destruida debido a problemas de
espacio para excavar la del padre”, señala el profesor Molina.
¿Pero quién era este andaluz del Bronce?
Con seguridad, la respuesta se halla en el apenas metro cuadrado
del recinto sepulcral. El estudio del ajuar funerario y los restos
de vestimenta aporta datos imprescindibles para conocer el estatus
social del individuo. Y el análisis de los huesos y los tejidos
corporales momificados habla sobre su sexo, aspecto físico, salud,
época de la muerte y parentesco con el niño o niña. “No podemos
determinar su sexo a partir de los huesos, ya que los rasgos que
lo definen no aparecen en el esqueleto hasta la pubertad. Aun así,
algunos indicios nos hacen sospechar que estamos ante unos restos
femeninos”, dice la doctora Sylvia Jiménez, del Departamento de
Antropología Física. Pero este misterio no durará mucho, confiesa
José Antonio Lorente, jefe del Laboratorio de ADN de la
Universidad de Granada. El análisis genético de muestras de tejido
tomadas de la momia infantil no sólo determinará su sexo, sino que
esclarecerá qué parentesco tiene con su acompañante a la otra
vida, del que también se extraerá el ADN.
Los científicos ya han recopilado algunos detalles interesantes
del pequeño. En palabras de la profesora Rodríguez, “el niño, de
pelo corto, oscuro y peinado hacia delante, tenía un brazalete de
bronce en cada antebrazo y tres cuentas de collar. Y, además de
los mencionados fragmentos de tejido de lino, hemos hallado restos
de un posible gorro de lana tejida recubierta de cuero”.
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Cabello y tejidos.
Así ha quedado la cabellera de la
momia tras el proceso de conservación y restauración
–izquierda–. A los arqueólogos les ha llamado la
atención la enorme longitud de los cabellos del hombre
de Galera, así como el peinado, dos trenzas apretadas y
una coleta sujeta por un coletero. En el centro, imagen
microscópica en la que se ven restos de tejido de lino
recuperados de la pierna de la momia.A la derecha,
espinillera realizada con cuerda de esparto, que se
encuentra enrollada en la pierna derecha. La función de
esta redecilla era meramente protectora.
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